“Pilas que se vino, no lo dejen que pase, ya se te pasó, tírale una plancha, que yo acá lo agarro.”
El 19 de mayo 1995, un grupo de muchachos entre los 13 y 16 años de edad, quines sólo pensaban en divertirse jugando fútbol, se encontraban en su cuadra, cuando un equipo rival quien días anteriores había sentido el feroz ataque de la delantera goleadora de
Robert, que en toda su vida se ha mostrado como un joven dispuesto para ayudar a las personas dentro de su barrio, y como algunos jóvenes de su edad soñaba con ser un jugador reconocido en el fútbol profesional colombiano, fue el primero que animo a sus compañeros para que estos jugaran y siguieran siendo uno de los equipos callejeros más buenos de todo el municipio de Puerto Tejada.
Siendo las 10 de la mañana,
Se cobró un tiro de esquina a favor del equipo oponente, el arquero de
El arquero se le notaba la furia acecina en su mirada y salió como se dice a “matar” y sin pensar Robert hizo un ocho, y mientras veía como el balón cruzaba la ralla del Gol sintió un golpe en su pierna izquierda que le provenía de atrás y de adelante, el defensa y el arquero le aprisionaron su pierna y en ese mismo instante se escucho un fuerte ruido, parecido al que asen los vidrios cuando se rompen, todos en el campo quedaron aterrado cuando vieron la pierna del delantero, parecía que se hubiera partido en dos.
De inmediatamente sus compañeros salieron a auxiliarlo con velocidad, se fueron hasta su casa que esta situada a muy pocas cuadras de donde se estaba jugando el partido, para decirle a su madre que su hijo había tenido un accidente, la señora Gladis Molina, salió disparada a conseguir un carro para llevar al hijo al Seguro Social de Puerto Tejada.
En ese lugar los médicos le informaron que tenía fractura de tibia y peroné y había que remitir de inmediato hacia el hospital Rafael Uribe de la ciudad de Cali donde permanecería aproximadamente 40 días bajo revisión de los médicos. Ya en Cali, los médicos le dijeron que su pierna estaba muy dañada, pero iba a sanar, pero que él ya nunca más podía jugar fútbol, porque era probable que se volviera a fracturar. En ese momento Robert sintió que su sueño que había alimentado desde niño se partía de igual forma que su pierna.
Hoy en día, Robert sigue siendo el muchacho colaborador de siempre, aunque ya no juega fútbol como antes se divierte de vez encunado recordando aquellos tiempos donde el era la estrella de su equipo, trabaja en una empresa y dice “que si no hubiera sucedido eso ese día el mínimo ya sería un profesional del fútbol” de una u otra manera esa falta lo frustro”
Por: Ányelo Alexis Marín Martínez