martes, 17 de abril de 2007

EL SUEÑO PARTIDO EN DOS

“Pilas que se vino, no lo dejen que pase, ya se te pasó, tírale una plancha, que yo acá lo agarro.”

El 19 de mayo 1995, un grupo de muchachos entre los 13 y 16 años de edad, quines sólo pensaban en divertirse jugando fútbol, se encontraban en su cuadra, cuando un equipo rival quien días anteriores había sentido el feroz ataque de la delantera goleadora de la Real 17, se acercó para proponer una revancha, el líder del equipo y uno de los delanteros quien se llama Robert Muños muy desanimado les dijo que no iban a jugar, pero estos muy furiosos comenzaron a insultar, y de ese modo hicieron que Robert y su equipo aceptarán el desafió.

Robert, que en toda su vida se ha mostrado como un joven dispuesto para ayudar a las personas dentro de su barrio, y como algunos jóvenes de su edad soñaba con ser un jugador reconocido en el fútbol profesional colombiano, fue el primero que animo a sus compañeros para que estos jugaran y siguieran siendo uno de los equipos callejeros más buenos de todo el municipio de Puerto Tejada.

Siendo las 10 de la mañana, La Real 17, salto a la cancha conocida como el hipódromo, imponente como siempre, con una formación de 4-4-2,Robert tenía un gran presentimiento, sentía como si algo malo fuera a pasar en ése partido. El árbitro dio el silbatazo que indicó el arranque del partido, y ambos equipos comenzaron a jugar, la real 17 con su líder de delantero, tenían al equipo rival sometido y de este modo pasaron aproximadamente 30 minutos.

Se cobró un tiro de esquina a favor del equipo oponente, el arquero de la Real controló el balón y con su gran fuerza en sus brazos le dio un pase a Robert, quien se encontraba ubicado en el centro del campo y con la clase de un sabio del balón la recibió de pecho y como una culebra logró burlar a los volantes de marca, y con la fuerza que tiene un toro para golpear la capa del torero siguió corriendo y espero que se viniera el primer defensa y con una gambeta estilo “Maradona” engancho para el lado izquierdo y el defensa quedo comiendo polvo y en ese mismo instante escuchaba lo que el arquero le gritaba al otro defensa, pero siguió y con otra jugada se sacó al ultimo defensa y miró que sólo quedaba el arquero y el arco y no se percató que atrás seguía el ultimo defensa.

El arquero se le notaba la furia acecina en su mirada y salió como se dice a “matar” y sin pensar Robert hizo un ocho, y mientras veía como el balón cruzaba la ralla del Gol sintió un golpe en su pierna izquierda que le provenía de atrás y de adelante, el defensa y el arquero le aprisionaron su pierna y en ese mismo instante se escucho un fuerte ruido, parecido al que asen los vidrios cuando se rompen, todos en el campo quedaron aterrado cuando vieron la pierna del delantero, parecía que se hubiera partido en dos.

De inmediatamente sus compañeros salieron a auxiliarlo con velocidad, se fueron hasta su casa que esta situada a muy pocas cuadras de donde se estaba jugando el partido, para decirle a su madre que su hijo había tenido un accidente, la señora Gladis Molina, salió disparada a conseguir un carro para llevar al hijo al Seguro Social de Puerto Tejada.

En ese lugar los médicos le informaron que tenía fractura de tibia y peroné y había que remitir de inmediato hacia el hospital Rafael Uribe de la ciudad de Cali donde permanecería aproximadamente 40 días bajo revisión de los médicos. Ya en Cali, los médicos le dijeron que su pierna estaba muy dañada, pero iba a sanar, pero que él ya nunca más podía jugar fútbol, porque era probable que se volviera a fracturar. En ese momento Robert sintió que su sueño que había alimentado desde niño se partía de igual forma que su pierna.

Hoy en día, Robert sigue siendo el muchacho colaborador de siempre, aunque ya no juega fútbol como antes se divierte de vez encunado recordando aquellos tiempos donde el era la estrella de su equipo, trabaja en una empresa y dice “que si no hubiera sucedido eso ese día el mínimo ya sería un profesional del fútbol” de una u otra manera esa falta lo frustro”

Por: Ányelo Alexis Marín Martínez

martes, 10 de abril de 2007

DESMITIFICANDO LA HUAQUERÍA

DIMAS PERLAZA
(Crónica)



“Nosotros los hombres aquí en la tierra semos (somos) unos grandes científicos” dice Dimas al querer referirse al sentido común de las personas dedicadas a la búsqueda de tesoros indígenas, es decir a la huaquería.

Dimas nació en Yotoco, hace aproximadamente 60 años, su apariencia física manifiesta esta suposición. Su padre desde muy pequeño le enseño el oficio, sagrado en su familia, de la huaquería, y desde ese momento no ha dejado de desenterrar tesoros y demás objetos indígenas dejados en el subsuelo por las sociedades antiguas.

“La huaquería es tan hermosa, que usted la puede aprender hasta dibujada”, según él solo es necesario analizar las capas o colores de la tierra, pues como es sabido, en el subsuelo hay varias clases de tierra; si en un “análisis de terreno” como él denomina esta actividad, se encuentran varios colores, se supone que ahí hay un tesoro indígena y entonces se procede a la excavación. Es mentira que los huaqueros sienten la guaca o tienen unas conexiones místicas con ellas, solo es sentido común.

Según los mitos huaqueros, los vienes santo y otros días las guacas alumbran, muchas personas creen en esta tradición y se desvelan esperando las lucecitas del oro precolombino; pero para Dimas, el huaquero lógico, esto es mentira, según él las guacas alumbran por el cobre que se encuentra guardado en ellas, este metal impuro produce óxido y al salir el gas del interior de la guaca se observa en el exterior una pequeña llamarada.

Al respecto dimas cuenta una historia que le sucedió a su padre, don Manuel Santos Perlaza, uno de los personajes típicos de Yotoco, que vivió más de cien años: “Había un sitio en Vijes que alumbraba mucho, todos decían que esa guaca sería muy rica; un día cualquiera fueron a buscar a mi papá y le tocó sacar esa guaca con tres huaqueros más. Cuando la sacaron encontraron tres arrobas de cobre (75 libras) y sólo un nariguerita de oro de 24 quilates”

Otro mito dice que las guacas no se dejan ver, es decir no le alumbran, a las personas ambiciosas. Este otro mito para Dimas también es mentira, pues las guacas solo son entierros indígenas, objetos muertos escondidos en la tierra. Él dice que los indios hacían las excavaciones para guardar y esconder lo poco y nada que le querían arrebatar los españoles.

Pero sí es verdad que los huaqueros deben evitar las excavaciones con personas ambiciosas; en sus propias palabras: “Yo de antemano tengo que rechazar el ambicioso; primero lo indago, y si le veo mala intención no escarbo donde está el oro, porque corro peligro y cuando saque el oro él puede matarme para quitármelo” estas reflexiones son coherentes, a pesar de la redundancia en que las dice; porque el huaquero es minucioso a la hora de desenterrar un tesoro, se cuida de todo lo que le rodea, personas, instrumentos, terreno; no se le escapa ni un pequeño detalle, no improvisa, actúa con lógica popular, sentido común.

Dimas es sencillo, fantasioso y buen conversador, solo hay que darle un tema y dejarlo que hable por horas y horas, en sus relatos inventa teorías, libros, descubre conspiraciones y explica desde el sentido común los acontecimientos naturales, como por ejemplo los volcanes: son “poros de respiración de la tierra, poros de respiración”.

Él es un gran conocedor de historias y leyendas populares, muchas heredadas de su padre, una dice que para conservar un lago intacto hay que esparcir oro en polvo sobre sus aguas; según él en mas de un lago hay cantidades de oro en el fondo, pues allí se realizaban los fantásticos ritos precolombinos, donde los caciques se bañaban con oro puro.

En fin, Dimas con su sentido común desenreda toda la madeja de mitos y misticismo que se encuentra en este oficio tan tradicional y tan autóctono de nuestra cultura popular colombiana.

Ellos son los arqueólogos del pueblo, los que aprendieron excavando y sacando chucherías y en muchas ocasiones grandes tesoros de nuestra tierra. Los que excavaron, excavan y excavaran, siempre buscando un pequeño objeto precolombino que se le pueda vender a buen precio a cualquier gringo interesado por nuestra cultura indígena.




LO QUE HA DESENTERRADO DIMAS

En sus excavaciones, Dimas ha desenterrado muchas cosas olvidadas en el subsuelo, unas veces encuentra pequeñas ollas, vasijas y bateas de barro cocido; en otras ocasiones, son figuritas humanas, como las de San Agustín pero en versión miniatura; también saca de la tierra grabadores cilíndricos y usos en miniatura, todos estos utilizados en la elaboración de los trajes antiguos de los indígenas.

Pero lo que más le gusta desenterrar son las increíbles piezas orfebrería que fabricaban los indígenas, como por ejemplo narigueras, pulseras, collares, y demás accesorios de oro por los que tuvieron que morir nuestras sociedades precolombinas en manos de los bárbaros y ambiciosos españoles.

Cuenta Dimas que aquí, en el valle, encontró un gran tesoro, este era una canoa, de más o menos tres metros de largo, que probablemente era utilizada en los ritos indígenas.

Él creía que con ese objeto ganaría mucha plata, y así sería; pero desgraciadamente la persona que se lo compraría (un gringo) se demoró mucho en llegar y la canoa, con el paso de las horas, se empezó a rajar y a desintegrar; cuando llegó el gringo, el gran objeto ceremonial era solo una gran cantidad de tablas quebradas y para desgracia de Dimas este extranjero no le compro nada.

Objetos domésticos indígenas desenterrados de una guaca.


Por: Néstor